CONDUCTAS AGRESIVAS Y APRENDIZAJE. Experimento de Albert Bandua

08.08.2019

Expongo aquí este experimento porque me impactó desde el primer momento en que tuve noticia de él. Si la voz de la experiencia siempre ha dicho que los niños aprenden con el ejemplo, este experimento lo constata de manera científica.

Albert Bandura es un psicólogo canadiense que realizó estos experimentos, como profesor de la Universidad de Stanford, entre los años 1961 y 1965. Estos trabajos formaban parte del desarrollo de su teoría del "Aprendizaje Social".

El experimento en cuestión ha sido bautizado como "el experimento del muñeco bobo". Este muñeco bobo es lo que en castellano hemos llamado "tentetieso".

Estos experimentos se mencionan en debates cuando se plantean preguntas sobre la agresividad humana. ¿Es la agresividad en los humanos algo inevitable, consustancial a su naturaleza?. El experimento del muñeco bobo permite concluir que la agresividad es educable. La ira es una emoción básica en los humanos y tiene una función de supervivencia, pero que la ira se desate en conductas violentas o se encauce en soluciones pacíficas, depende de nuestro aprendizaje de conductas y valores.

En este experimento participaron 36 niños y 36 niñas, de edades comprendidas entre 3 y 5 años. Básicamente se formaron 3 grupos. Un grupo veía un modelo adulto que golpeaba al muñeco, otro grupo observaba un modelo adulto que no exhibía conductas agresivas y un tercer grupo no observaba ningún modelo. Después cada niño se quedaba solo en una sala con juguetes y un muñeco tentetieso y se registraban las conductas agresivas que realizaba.

Resultó que los niños y las niñas que habían observado el modelo adulto agresivo eran claramente más propensos a agredir físicamente al muñeco que los que no habían sido expuestos al dicho modelo.

Estos experimentos tienen una gran relevancia en el estudio científico del comportamiento humano. Pero mi intención al incluirlos aquí consiste en reflexionar sobre la importancia de cuidar la forma de comportarse ante los niños y de mirar a qué tipos de modelos están expuestos, en las películas, vídeos, juegos de videoconsola...

Me gustaría aclarar que los niños pueden exhibir conductas agresivas como efecto de su propio enfado, sin mediar modelos, pero quiero señalar que los modelos tienen la capacidad de legitimar esas conductas, sobre todo cuando estos modelos no sufren consecuencias negativas o incluso si son recompensados por estos comportamientos.